CUENTO
AMOR… ¿CON AMOR SE PAGA?
Otra vuelta de tuerca
Esa mañana Roberto Ignacio Pérez, sentía el no haber pegado un ojo toda
la noche. Miles de recuerdos eran atraídos a su mente girando como en una
calesita
Cercano a los sesenta años había dedicado su vida al trabajo en la
empresa Martorell hnos ,donde lo había llevado su viejo antes de irse de
este mundo. Trabajaba en la fábrica más de treinta años y si bien no generaba
demasiados afectos, por su carácter de escasas palabras y pocas pulgas, se lo
toleraba un poco por el recuerdo que dejó su papá y su puntualidad
El no faltaba nunca, que otra cosa le quedaba .Vivía solo desde que se
fueron
muriendo sus padres y la vieja casa no dejaba de abrumarlo con los
recuerdos. Sus relaciones con mujeres eran ocasionales y poco afectivas
Allí se había criado como hijo único de inmigrantes que habían sido trabajadores
y callados. Fue al colegio con ropa modesta pero cuidada. En cada curso escolar
solo le compraban los sacos porque los pantalones eran acondicionados por su
madre, después que los usara su primo Paco.
¡Cuánto lo detestaba!
Era también hijo único pero con más privilegios. Sus tíos, que habían
hecho fortuna con los negocios de los bares, vivían en San Isidro y tenían una
verdadera mansión.
Roberto aborrecía tener que acompañarlo a ver futbol los domingos y
menos en la cancha de River, porque él, sin ser fanático, simpatizaba con
Independiente
Así mientras se afeitaba, acumulando bronca, recordaba cuanto había
odiado
ser el perro de Paco. Se miró en el espejo y al evocar sus diecisiete
años golpeó el lavabo con el puño y con una sonrisa exclamo:
-¡Pero a ese lo jodí ! - y soltando una carcajada completó
-Bueno, a la que jodí fue a Margarita, con la que el boludo terminó casándose,
ignorando que me la cogía siendo su novia
Terminó de secarse el rostro, se miró en el espejo y volvió ver esa cara
de oler mierda que siempre lo caracterizó .Sin perder más tiempo se fue vistiendo
y otra vez la rabia lo invadió. Disipados los vahos de los recuerdos y, también los de la botella
que se había bajado, se puso a
pensar en el motivo real de su broca.
Estaba claro, fue a la mañana, cuando Gladys la secretaria del patrón,
lo había llamado a la oficina y en voz baja le dijo:
-Mirá Roberto, no lo comentes, escuché al viejo decirle al hijo que iba
a vender la fábrica porque estaba cansado.
El no dijo nada, solo sintió que debía tomar la pastilla de la presión,
el calor
brotaba de su rostro y comenzaba a dolerle la cabeza
-Está bien , fue lo único que respondió
Gladys entonces continuó.
-Ah, también le dijo que debían hablar con vos porque eras el más
antiguo
y te debían una explicación.
La vuelta a casa le había resultado penosa
¡Qué viejo hijo de puta! Fue lo primero que dijo al abrir la puerta, mientras
se quitaba la ropa pero no los recuerdos
-Siempre retándome cuando me llama al despacho
-Lo digo por tu bien Roberto, no es por criticar tu trabajo, luego con un
sonrisa falsa, agregaba:
-Anda, sírveme un café y otro para ti, para finalmente añadir en el
colmo
de la tacañería
-¿No te sobraría una las pastillas para la presión que yo me las he
olvidado?
¡ Miserable! Pensar que esa fábrica le costó la vida a mi padre que
trabajó
como si fuera de él!
Luego había probado un bocado bebido ginebra y cavilado toda la noche
luchando con sus pensamientos
Ahora tenía que ir a enfrentarse con lo que ya sabía .A los cincuenta y
ocho años sin trabajo por ese cabrón egoísta que iba a disfrutar la plata de la
explotación
Acabó de vestirse y recordó que se olvidada de
las pastillas. Abrió el cajón
de la mesa de luz y lo primero que vio fue el envase de Rohypnol recetado
por el médico de la fábrica para su
insomnio crónico y que debía usar
con precaución .Fue como una señal .Tomó el envase extrajo una pastilla
y vaciando el pastillero, recuerdo de su madre ,la colocó en el.
Con una extraña sensación de alegría fue preparando mentalmente la
escena
La charla con el viejo, el cafecito, el pedido de la pastilla que él le
alcanzaría con un vaso con agua. Entonces cuando Martorell comenzara a marearse
lo acompañaría a la puerta de la escalera y… a la mierda. Eso si el gritaría:
-¡Cuidado, Don José! , Espere que lo acompaño
Cuando llegó a la fábrica y al poco de cambiarse, Gladys pronunció las
palabras mágicas:
-Roberto, te llama el Sr Martorell
Subió raudamente las escaleras
El viejo tenía una extraña expresión en su rostro, entre nostálgica y
paternal
-Siéntate Roberto que quiero decirte algo importante. De inmediato y sin
que el acatara el pedido, comenzó el discurso
-Sabes que te conozco de chico. Recuerdo el día que tu padre, al que
quise no solo como mi paisano, sino porque sirvió a esta casa con honradez
y amor al trabajo, sabiendo que estaba muy enfermo, vino a verme y me
dijo:
-Mira José, nunca te he pedido nada pero hoy voy a pedirte que le des
empleo a mi hijo. Es un poco rebelde pero bueno y además aprenderá rápido. Si
puedes échale una mano
A mí me conmovió tanto que, me levante de este asiento, le di un abrazo
y le
Dije: Quédate tranquilo que miraremos por él.
Pero bueno, eso es historia pasada y a ti no te interesa. Hablamos con
mi hijo
de vender la fábrica. Yo estoy viejo y Jorge se ocupa de otros negocios
El apretó con la mano el pastillero.
El viejo continuó.- Bueno, casi la hemos vendido y yo volveré a mi
tierra, pero no pases cuidado, hablamos con los compradores que son
chicos jóvenes. Les dije que tú eras mi mano derecha y que les ibas a
ser
Imprescindible en el control. No pusieron objeciones, por el contrario,
quieren conocerte y ponerte como encargado
Como si hubiera cumplido con un juramento el Viejo Martorell pronunció
entonces las palabras mágicas:
Anda, sírveme un café, otro para ti y haciendo una pausa agregó:
-Ah, si tienes pastillas para la presión, pásame una.
No
pudo pronunciar palabra, lentamente se encaminó a la puerta del despacho, y
comenzó a bajar la escalera..
Ray Llarvi de “ Cuentos simples para gente sensible”
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