CUENTO



Esta historia no fue real.Está totalmente inventada por el autor y se basa en recuerdos perdidos en el tiempo, donde en la cocina de mi casa escuchaba a mi madre y su hermana  contándose las vivencias de horas pasadas


EL SECRETO DEL BAUL DE LA TIA

Los  fines de semana nos gustaba  ir en bicicleta a la casa de la tía Araceli que vivía  cerca . Mi madre nos daba permiso y se liberaba un rato de nosotros  tr
          Vivía en una habitación, que a nuestra corta edad nos parecía inmensa. Al abrir la puerta se respiraba un aroma dulce a espliego. Había en el lugar una cama matrimonial y una mesa con seis sillas donde comíamos. La cocina y el baño estaban en el fondo,  a los que se accedía por un largo pasillo
Todo esto no tenía importancia, lo que nos llamaba siempre la atención era un baúl grande, que había traído de España y nos fascinaba imaginando vaya a saber que tesoros contenía. Una vez le pregunté a la tía por el contenido  y con seriedad me contestó que tenía cosas que no eran para niños, agregando que  ni se nos ocurriera intentar abrirlo
Como es bien sabido, lo prohibido atrae más que un imán y un día, yo que era el mayor, me atreví a forzar el  cerrojo mientras mi hermano vigilaba desde la puerta por si la tía, que había ido a preparar la comida,  regresaba
Al levantar la tapa aparecieron ante mis ojos vestidos  y blusas prolijamente guardados, un manojo de cartas amarillas por el tiempo, atadas con una cinta, varios programas de cine y algo que al descubrirlo atrajo mi atención.
Debajo  de una falda azul asomaba la empuñadura de un arma. La tomé con  las manos y  tras dejar la falda en el borde del baúl la empuñe como si fuera un pirata mostrándosela a mi hermano. Tan excitado estada que no me di cuenta que los pasos se acercaban. El me hizo una seña  metí todo en el baúl y lo cerré.
La tía apareció trayendo unos platos que apoyó sobre la mesa. No hizo falta que dijéramos nada, ella al mirar al baúl y ver que asomada una parte de la falda  supo lo que había pasado
Bueno se quedan sin postre nos dijo con algo de tristeza y con severidad agregó: Jamás lo vuelvan a hacer. Mi hermano que era muy pícaro le preguntó :
¿Por qué tía, es por el pistolón?
Eso a ti no te interesa ya hablaremos cuando sean mayores respondió dando por terminado el asunto.
Pasaron los años yo iba a la facultad pero no dejaba de ir a ver a la tía mientras mi hermano a jugar al futbol.
Una tarde mientras tomabas mate me animé y le pregunté por el pistolón del que no había dejado de pensar.
Mira sobrino es una larga historia pero ya eres mayor y voy a contártela
      Poco antes de la guerra, durante la república, la pasábamos bastante mal. Yo  tenía un comercio en el pueblo donde vendía alimentos y además un pequeño bar lo que apenas nos daban para comer  con tu abuela y mi hijo, Ayudaba a los paisanos lo que podía. Muchas veces venían los hijos de Braulio que había sido minero y estaba muy enfermo de los pulmones y la pobre Teresa no llegaba para alimentar a todos, así que cuando aparecía el mayor  que era un jovencito que se llamaba como el  padre y trabajaba en lo que podía, le ponía en la cesta mucho más que lo que me pagaría.
Bueno pero a ti te interesa el pistolón y ahí voy.
Finalmente estalló la guerra y tus tíos marcharon al frente unos  con la república y otros con Franco. Quedaron las mujeres tus tías y todos los niños que vinieron para casa.
Si apenas alcanzaba para nosotros imagínate con tantos. Los alimentos comenzaron a escasear y  tenía los estantes vacios. Tampoco el bar funcionaba solo venía algún viejo que dejaba unas monedas.
Yo que era jefe de familia no sabía qué hacer, los chicos lloraban y las mujeres dejamos de comer para darles a ellos, hasta que me decidí.
Comencé con el estraperlo, vamos con el contrabando, A lomo de burro iba las noches por la montaña , lejos del camino para que la guardia no me viera
Llevaba  bebidas y tabaco que cambiaba en el otro pueblo por alimentos y algún dinero
Nunca tuve mied, pero un día vino José un vecino que conocía mis andanzas y me advirtió; Araceli ándate con cuidado que desde que Franco se hizo cargo del gobierno están las patrullas por todos lados y los rojos que andan escondidos salen por la noche porque están muertos de hambre y te pueden asaltar. No me lo dijo dos veces. Fui a la cómoda  de mi madre donde sabía que había  un pistolón, que había sido de mi padre. Así sintiéndome más segura hice varios viajes hasta que una noche me enceguecieron unas luces y me paralizo un -¡Alto!- ¿A dónde vas tú?
Mientras un guardia civil pequeño con cara de hijo de puta me bajó del burro y se lo llevó, el otro, más alto me tomo de un brazo y me llevó a la comandancia.
El comandante era un hombre grueso, calvo y con bigotes. Le miré a los ojos sin miedo y le empecé a contar la verdad, diciéndole que lo hacía para dar de comer a los niños. El me miró y por un momento creí que me libraría pero asomó por la puerta el hijo de puta que se había llevado al burro y mostrándole el pistolón, llenó de odio, le dijo al comandante
-Mi comandante mire usted lo que llevaba esta roja de mierda-
Lleno  de ira y  apuntándome con el dedo le ordenó- Métela en el calabozo que yo les haré saber a estas basuras quien manda ahora en España
Me metieron en la celda donde no se veía nada. Cuando acostumbre mis ojos vi a una mujer llorando sentada en el piso y repitiendo que era inocente y a tres hombres, uno de los que se me acercó mí, me dijo:
.Camarada, la cosa esta mala y creo que nos van a fusilar-Ni siquiera le respondí que no tenía nada que ver con la política. Solo hice silencio pensando de cómo se iban a arreglar en la familia
Al alba nos sacaron a un patio y nos hicieron formar, después nos ordenaron que nos apoyáramos en un paredón. Creí que mi hora había llegado y aunque sabes que no soy muy creyente, le pedí por los míos a la Santina
El comandante y los que me habían detenido se pusieron a conversar entre ellos a pocos pasos nuestros. Cuando dejaron de hacerlo  y parecían haber tomado una resolución apareció un oficial joven que con voz firme y respetuosa le dijo al comandante señalándome a mi
-Mi comandante Yo respondo por esa mujer
Así fue que el hijo de Braulio salvó mi vida. Me marché a casa sin el burro pero nos abrazamos llorando
Se hizo un silencio,  no quería mirar a Araceli, me serví un  mate y componiéndome le pregunté cómo era que tenía el pistolón
Mi salvador me lo trajo cuando acabó la guerra. El se lo había pedido al comandante diciéndole que de pequeñín acompañaba a tu abuelo cuando iba con su padre al monte a cazar algún bicho y le hacía ilusión tenerlo.
Bueno tía menuda historia, le dije, abrazándola para despedirme. Ella me detuvo y sacando del ropero  una caja envuelta en papel madera Me la entregó
Toma esto es para  ti pero no se lo muestres a nadie y menos a tu madre porque forma parte de la historia donde los hermanos se mataban entre ellos sin importarles nada ni nadie  y a pesar de los años y las culpas, a todos nos quedó un inmenso dolor por una herida que jamás cerrará.
   
ray llarvi


Comentarios

  1. Hermoso relato. Quizas nos invade la curiosidad por esa caja, como la tuvieron esos niños!!!!!!

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