UN CUENTO
SENDEROS DE AGUA FRIA
El sol del invierno lamia la cima de la montaña como helado de limón. Senderos
de agua fría descendían impacientes buscando lugares donde penetrar la tierra
.Pedro, con el torso desnudo perlado de sudor, cavilaba sentado sobre una
piedra fundando hipótesis sobre lo ocurrido a Julian.Se habían conocido siendo muy jóvenes y aunque
lo consideraba un masturbador de la palabra con ideas elementales que presumía de culto, tenía un
corazón puro y compartían parecidos ideales.
¿Qué fue lo que pasó? ¿por qué tuvo que huir a las montañas, a las que un
arriero vio ascender, hacia ya tres
largos días? Preguntas sin respuestas para algunos, pero no para él.
Todo había comenzado cuando su amigo entró a trabajar en “El progreso” un
diario local de la provincia mediterránea. Usaba el desparpajo como arma de
seducción hurtando las mañas de los que iba conociendo para poder utilizarlas escribiendo sobre las
mismas y satisfacer sus veleidades de
periodista. Sus comentarios sobre las andanzas de Norberto Funez el eterno
intendente que iba por la cuarta reelección provocaban comentarios jocosos en
los lugares de reunión y fuera de halagar su ego le ocasionaron más de una
tirada de orejas por los allegados al funcionario.
Barrilito Fúnez era gordito y
retacón, de tez morena y una voz en la que los agudos estallaban en los momento
de ira. Fuera de eso tenía una familia numerosa oficial y algunas marginales.
De buena mesa regada con generoso vino, se ponía filoso y picante en las réplicas cuando estaba alegre.
Paseaba por el poblado charlando con todo el mundo siempre con una sonrisa
,dando besos a las mujeres y acariciando la cabeza de los chicos. Esto lo hacía
con más frecuencia en épocas electorales
o cuando estaban cerca los periodistas, pero no mucho, ya que tras él marchaba
un séquito de guardaespaldas altos y fornidos caminando como distraídos. Las
pocas veces que se cruzaba con Julián, con irónica sonrisa le decía –¿Señor
escribiente no te cansas de decir tantas boludeces de mi ? Cuando quieras vení
a mi despacho y conversamos un rato.
Los días fueron pasando y las elecciones estaban cerca. Julián que tenía
muchas relaciones un poco por simpatía
personal y otro tanto por temor comenzó
a buscar la noticia que lo catapultara a la fama. Sabía que si conseguía una “
bomba” llegaría a Buenos Aires a donde siempre quiso ir Así fue como tomando unos vinos con el
turco Jalil, que trabajaba en la
intendencia tuvo noticias que Barrilito había fabricado documentos truchos con
los que le quedaban como legado las tierras de varias hectáreas del finado
Zoilo Páez. Ya con ellas en su poder las iba a lotear edificando casas
destinadas a sus familiares y amigos. Consiguió que tras otras reuniones de
bebida y poniéndole plata, el turco consiguiera fotocopiar los papeles que
tenían la firma del escribano Garrido a la sazón también abogado del
intendente. Frotándose las manos llegó
exultante a la redacción y le pidió al editor que le publicara un avance
sobre lo investigado, para hacer explotar la noticia una semana antes de los
comicios. Este luego de oponerse, un rato nada más, porque veía el negocio,
publicó en primera plana el anticipo con el título de “ Los negocios del señor
intendente”
Como era de esperar los gritos del susodicho se escucharon hasta en los
valles. Llamó urgente a sus colaboradores y les pidió organizaran para el día
siguiente una reunión en la plaza del pueblo
con las fuerzas vivas del lugar pero sobre todo con los sindicatos y el
cura.
Pedro había convencido a Julián, pese al miedo que este tenía que debían ir.
Llegaron a eso de las seis de la tarde cuando el intendente había comenzado su discurso con
“ Yo no solo parezco honesto sino que lo soy y lo voy a demostrar “ Allí
comenzaron los vivas sobre todo de los gremios presentes y los gritos de ¡Se
siente, se siente, Norberto Intendente! Los amigos se miraron y Pedro tuvo que sujetar del brazo a Julián
cuyo pánico se reflejó en su rostro al oírle decir al intendente que no iba a
permitir que un pendejo aprendiz de periodista lo difamara . En ese momento y al ser localizado por la
gente comenzaron los insultos y abucheos ¡Qué se vaya clamaban los alcahuetes
prebendarios que “comían de la mano “ de Barrilito! Este los hizo callar y
divisando al periodista con una falsa sonrisa le dijo: No tengas miedo
Juliancito, que no te va a pasar nada ya te lo dije Pasate un día y conversamos
así aprendes un poquito, dicho esto con una carcajada ante el clamor popular.
Pedro no vio más a su amigo y ahora estaba sentado sobre la piedra
después de tres días que salió en su búsqueda. Cansado y deseando creer lo que comentaban
sus vecinos, entre ellos el turco, que el pibe se había rajado a Buenos Aires y
que no se preocupara su instinto le decía
otra cosa. Julián no iba a abandonar a su vieja y a sus amigos estaría
escondido en algún lugar de la sierra hasta que con el triunfo del intendente
todo se calmara. Se le levantó lentamente y comenzó a bajar porque la noche iba
poniéndole marco de oscuridad al lugar y a sus pensamientos.
Había transcurrido un mes desde la
búsqueda y decidió bajar a Buenos Aires .No sabía donde comenzar solo traía la dirección de una prima de Julián que le había entregado
la madre. Tomó el tren para Merlo desde Once y se sentó a esperar la partida Al
pasar el vendedor de diarios compró la Crónica, comenzó a hojearla, y ahí pudo leer un recuadro
chiquito que daba cuenta del trágico accidente del periodista Julián Maidana en
el que perdió la vida tras intentar escalar una sierra de un pueblo de Córdoba.
ray llarvi
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