"Cuentos para gente sensible"NUNCA VI LLORAR A UN COCODRILO
“En realidad
no sé porqué lloro y no lo puedo remediar, a
lo mejor no es tan natural como lo es para el cocodrilo”
Nunca vi llorar a un cocodrilo, tampoco a otro animal. Creo, quizás con
petulancia, que el llanto es inherente a
la condición humana
Que prodigio divino permite que podamos
manifestarlo durante las tormentas del alma, aquellas que a veces nos desatan a
maldecir cuando cabalgamos por los prados de la desventura. Esos que sembrados
de maleza
nos niegan encontrar los caminos
elegidos
¿Será por aquello de que “Dios ciega a los que quiere perder”?
Los truenos y centellas que parecer salir de lo más profundo de la
desesperación dejan lugar a la lluvia de lágrimas que pondrán calma a nuestras
penas. Pero ¡Ay!, si los ríos están secos porque agotaron su caudal con los pesares. Entonces el cobarde
acabará de una vez con su miedo y dejará
tras de sí otras lágrimas ajenas, más amargas, más calladas, con rencor.
El miedo es el preludio de la sinfonía
del llanto. Si no podemos enfrentarlo nos invadirá con su legión de fantasmas
que como magos, mostrarán distintas formas.
La
traición es una de ellas, tal vez
de las más perversas, porque destruye
la fe en el otro. Casi siempre la
acompaña la venganza, que catalizará la bronca y cuando falta a la cita dejará
que el llanto limpie las heridas
Sin embargo, no todo han de ser
pesares en la vida de los pobres mortales, porque si bien lloramos al nacer y nos despide el
llanto, el primero expresa el temor al salir del lago materno, pero también la
alegría de quienes nos reciben llenos de esperanza. El otro es por la tristeza
del adiós.
Bueno pero sigamos adelante con
nuestros primeros pasos donde
alguien nos tomará de la mano y nos
colmará de besos cuando tropezamos y caemos. Las cosas irán cambiando mientras
vamos creciendo, tendremos, como buenos constructores de la vida, una de cal y
otra de arena
Disculpen si voy de prisa porque
todavía nos quedan llantos alegres. Aquellos de nuestro paso por el colegio primario
el primer día de clase. Después el secundario y…La facultad.
Los primeros de ansiedad y esperanza
al vernos crecer, la graduación en la universidad, con lágrimas y alegrías por
la meta alcanzada. Llenos de besos de los padres, los amigos y las novias.
Hemos crecido y ahora debemos
multiplicarnos. El llanto feliz por el primer hijo con las risas alegres y
el…¿A quién se parece?
La historia se repite por millones de
veces
También están los llantos del alma,
aquellos que acompañan los regresos y las partidas de los que amamos. Amigos
entrañables con quienes intercambiamos lágrimas en el abrazo interminable del
rencuentro
Son todos, instantes en nuestras
vidas, imágenes congeladas por el recuerdo.
Cuando las
evocamos nos revelan que todavía existimos y solo falta que el operador del
cine reanude la marcha el proyector para poder ver el final de la película.
R.LL
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