Cuento


Los árboles son de terciopelo


Encendía  la tarde el reverberar de un sol cansado sobre los cristales del antiguo palacio. Algunos pájaros parecían flotar en el aire  desafiando la agilidad de sus alas, en una tarde que invitaba a la noche.
El parque  iba ganando espacio con el destierro de los últimos visitantes.
Algunos besos dados con el espasmo agónico de la pasión debajo de árboles de terciopelo que parecían proteger a los amantes de miradas ajenas. Me resistía a
marcharme en una tenaz porfía entre el ocio y del deber, jugando que era chico y debía esconderme. De a poco me fui alejando de los que procuraban la salida y me perdí por un sendero, rodeado de lilas y fresnos, estos empezaban a ponerse el ropaje de otoño .Sentía la sensación que excita los sentidos cuando se transgreden las normas, no me importaba, era lo suficiente viejo para estar filosofando con Nietzsche sobre el bien y el mal. Además la aventura era mi edad el mejor orgasmo permitido. Caminé durante un trecho mientras la noche quería hacerme compañía, hasta que mis piernas reclamaron que debía sentarme
El banco gris, perdido, me estaba esperando cuando de pronto  escuche dos disparos a poca distancia que me clavaron en el piso. El grito de una mujer  fue ahogado por una bandada de pájaros que  pretendían no ser testigos de lo ocurrido. Cuando me repuse, recordando  a mi esposa, que siempre me recomienda llevar mis pastillas. no hizo falta que mi bolsillo fuera testigo de mi olvido. Emprendí el paso con lentitud, el temor me sirvió de compañía. Luego de caminar un trecho me detuve ante unas manchas de sangre que estaban por el suelo. Les seguí el rastro que me llevó al castillo de cristal y no vi nada, me pareció escuchar unas voces jóvenes que se alejaban y dude que hacer. Me coloqué las gafas  y al mirar las escaleras que conducen al monumento, entonces la vi allí, tirada mirándome como preguntando ¿Por qué? La levanté, la abrace contra mi pecho, sus alas dejaron de latir. Contuve las lágrimas y la furia se apoderó de mí, intenté correr .Estaban lejos pero vos vi tomados de la mano, mientras él con la otra sostenía un rifle y le decía-No llores, es solo una paloma. El frío  y la oscuridad  se asociaban y mientras buscaba la salida deposité al ave sobre un banco. Al  llegar a la puerta los árboles comenzaron agitarse, entonces vi que una paloma blanca, volaba a refugiarse  entre sus copas de terciopelo.

ray llarvi feb 2019








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