CUENTO


SINFONIA DE PARAGUAS

Eludiendo transeúntes, que como yo inundaban las calles, el agua caída era un convite a lo imprevisible. Solo tenía una diferencia con ellos, los muy hijos de puta, ejecutaban una sinfonía de paraguas mientras yo veía, como Favio, que llovía y llovía y no tenía  “Il ombrelo”  que, la nona me recomendó llevar porque estaba lloviendo.
-No abuela, es  un incordio y siempre me lo olvido, vas a ver que en un rato para-le dije en el colmo del optimismo.
Al llegar a la redacción de la revista la jefa me recriminó por la tardanza, pero
ni me calenté en disculparme. Puse cara  de que se le va a hacer y esperé que me fijara la tarea del día. Vos Fito vas a escribir sobre los paraguas ya que te retrasaste por la lluvia. Bueno, masticando broca, porque la muy turra nunca me pedía notas con seres vivos de dos o cuatro patas. No, tenía que escribir sobre la humedad del planeta, los colores del arcoíris o boludeces similares. De pronto fijé la vista en un objeto de tela escocesa y mango curvo, cuya dueña yo conocía  porque a su edad nunca había empuñado un mango derecho. Lo tomé como al descuido y pretextando ir a comprar cigarrillos, no sin antes llevarme el paraguas, salí a la calle.
Caían las  gotitas que seguían al aguacero como mal de próstata. Vi pasar en mi camino un señor mayor, delgado, de traje oscuro, sombrero y lentes. Parecía  un inglés por su rubia y canosa cabellera. Recto como una vara
empuñaba un paraguas, en este caso umbrella, de color…negro. A  su lado
pasó rozándolo una matrona de grandes pechos con un paraguas rojo, al juntarse por un momento me hicieron recordar la novela de Stendhal o si lo prefieren la camiseta de Ñewls. Mientras continuaba caminando, a pesar de la lluvia que caía con mayor intensidad, yo que blandía el paraguas de la bruja para  esquivar otros, fui notando la extraña policromía que seguramente sería mejor vista desde un balcón. Así los vi con forma de hongo, como capellinas y algunos otros transparentes, que servían a las chicas que no lo eran tanto, para mirar con disimulo a probables clientes.

El día invitaba. Observé también paraguas amarillos ,que lucían como sombrillas  y seguro los llevaban personas que eran optimistas. Los de color marrón eran portados por gente marrón, que parecían contrariados como oliendo m…marrón.

Estaba también los paraguas rosas, esos de bolsillo, llevados por chicas jóvenes, probablemente  oficinistas o empleadas de tienda.
Pero el colmo fue ver que avanzaba hacia mí un “proyectil” multicolor
manejado por un tipo de mediana edad  con poco pelo rubio y rizado, que
traía puesto un zapato de cada color y un chaleco violeta. Tuve que eludirlo
dando mi primer saltito y metiendo el pié en un charco, salvando así a mi ojo
derecho . Estaba por llegar al bar de Córdoba y Uriburu , al lado del cual hay
un kiosco, cuando de pronto mis oídos parecieron escuchar una música celestial. Sí, no tenía dudas, era Michel Legrand que acompañaba el andar de una chica preciosa con pelo corto, castaño, de ojos verdes, que empuñaba un
parapluie del mismo color
-¡Oh, la,  la, exclamé!-Mademoiselle de Cherburgo Je t´aime!
Me miró sorprendida pero me sonrió
-¿Cómo adivinaste que estudio francés?-me  preguntó con una voz sensual
-Por mi intuición masculina-respondí. Agregando-¿Te puedo invitar a un café?- Ella estaba por negarse cuando se levantó un fuerte viento que le hizo volar el paraguas
Como un caballero le cedí el mío y  corrí  tratando de alcanzarlo. Cuando lo tuve en mi mano, la lluvia arreciaba. Yo estaba como a cincuenta  metros de la chica y retorné a su encuentro dando  saltos y cantando Singing in the rain al mejor estilo Gene Kelly. Cuando le devolví el paraguas, ella sonriendo, me dijo:-Bueno por el esfuerzo te aceptó el café.
Más tarde llamé a la redacción, dije que me había descompuesto,fui al
hospital de Clínicas para que me medicaran y  por favor le avisaran a la jefa
Al día siguiente me dijeron que tenía que ir a su despacho
Cuando entré me miró y con ironía preguntó cómo estaba.-Bien-contesté
 -¿Supongo que no escribió la nota?-Le dije-Sí- y se la entregué
Después de hojearla,puso cara de asco y me la devolvió con una pregunta
lapidaria 
¿No pudo escribir algo mejor?

Ray llarvi


Comentarios

Entradas más populares de este blog